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Mañanas de Reyes en blanco y negro (Recuerdos de un niño de los 60) 6 enero 2014

Posted by Antonio Rubio Calín in Crónicas.
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Las recuerdo frías, más, mucho más que ahora, y en blanco y negro. La noche anterior era un no dormir y siempre te despertabas entre sueños esperando ver entrar los camellos y a SSMM. Pero, con los ojos pegados veía a mis padres, a mis tíos y a mi abuela Antonia a los pies de aquella enorme cama de madera que compartía con ella. Y allí estaba la «espada del zorro», el casco de romano, el sombrero mexicano, las pistolas de pistones, el tren eléctrico, el juego de construcción de madera coloreada. Y siempre faltaba alguna pila… Y ese día, a la calle rápido, con los amigos del barrio, tiro va y tiro viene, toma espadazo y «mira mi tren, es más chulo que el tuyo», y ya se había liado. Hasta que oía aquello de «Antoñicooooo, vente pa casa que acaba de llegar tu padre y está la mesa puesta”.Día de Reyes 1966

Era mediados los ’60, aquellos años de blanco y negro, con algunos grises, quizá muchos, demasiados, como pude comprobar un poco más tarde. Y aún siguen siendo muchos, aunque hayan cambiado de color (No me extrañaría nada, por cierto, que vuelvan a recuperar aquel aspecto de rata para estar en consonancia con la ideología de quienes les dirigen hoy).

Las calles, aquellas calles polvorientas, sin apenas tráfico, eran nuestro territorio, escenario de nuestras batallas, juegos de canicas (aunque nosotros les llamábamos “bolas”), pilla-pilla, escondite, carreras y fútbol con balón de “badana”. Y el Día de Reyes eran más nuestras que nunca. Es como si hubiese un acuerdo tácito entre adultos de no molestar “hasta las tantas del mediodía”, “Dejad que los críos jueguen que mañana hay cole”. Y así era.

La calle olía a fiesta, a arroz con conejo o a caldo con pelotas. También olía a pólvora quemada de los “pistones” de nuestros revólveres de “El Virginiano” o de “Bonanza”, olía a brillantina de nuestros peinados “Arriba España”, flequillos a lo “Marcelino pan y vino” y jerséis de lana heredados.

Y a lo lejos se escuchaba un “pick up” de la chica moderna de la calle a la que le habían traído lo último de “Los Brincos” o de “Los Beatles”, con suerte. Y aquel vecino, de padres pudientes, al que le habían traído una “Carabina Safari”

Anochecía pronto, o eso creo, y las casas se iluminaban con las mortecinas luces de 25 watios y los quinqués de petróleo, de gas. Y mientras que las patatas freían en la sartén de la cocina de butano o leña, continuábamos intentando que no descarrilara el tren. Y algún “zapatillazo” en el culo caía cuando llegada ya la hora de irse a la cama, tú te empecinabas en seguir dale que te pego a montar esa construcción que no le habías hecho caso durante todo el día, pero que en ese momento te acordabas de que estaba ahí y era imprescindible montar.

Al día siguiente de nuevo la rutina, en fila, formados en el patio del cole, brazo en alto, tiritando y “Cara al Sol”. Y en clase frente a dos retratos, también en blanco y negro y un crucifijo en medio. “De Isabel y Fernando el espíritu impera…”. Parece que fue ayer.

¡Y nunca tuve un «Escalextric»!

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